Llegar a los 30 sin pareja es, en Shanghái (China), casi sinónimo de quedarse soltero para siempre. Las interminables jornadas laborales de los chinos que viven en esta capital financiera no les dejan tiempo para primeras citas o copas en los bares de moda. Aterrorizados por el posible futuro como singles de sus hijos, los padres de los solteros en potencia ponen toda la garra para evitarlo. ¿Cómo? Crearon un mercado de casamenteros.
Es sábado, una del mediodía. En un rincón de People’s Square, una de las plazas más céntricas y transitadas de la ciudad de Shanghái, se concentran centenares de personas con carteles en los que publicitan a sus hijos. “Mujer. Nacida en el año 82. Altura: 1,67. Licenciada. Trabaja en unos de los principales bancos del país. Busca hombre amable, que tenga casa”. Datos claros y claves para darse a conocer y encontrar al yerno o a la nuera perfecta.
Este mercado de citas arrancó hace unos años ante la preocupación de los padres chinos por la vida amorosa de sus hijos. Primero se reunían en el parque de la plaza y charlaban sobre la situación de sus chicos, se lamentaban de las dificultades que tenían en dar con su media naranja, compartían sus inquietudes por qué pasaría si llegados los 30 seguían sin compromiso… Pasaron a la acción: activaron este mercado que, en pocas semanas, logró una tremenda popularidad.
Cada sábado y domingo, los padres llegan con sus ‘anuncios publicitarios’, algunos incluso con book fotográfico incluido. Aguardan, sentados, a los posibles candidatos. Esperan sus preguntas o, si alguno les gusta mucho, se abalanzan sobre él para ofrecerle el ‘producto’. El señor Yang –prefiere no decir su nombre– hace meses que acude al mercado. Hoy ve a un joven europeo que cree que podría interesar a su hija, por lo que no duda un segundo en empezar a charlar con él. “Ella tiene 26 años. ¿Quieres ver la foto? Es muy guapa. Estudió Inglés en la universidad. Quiere uno como tú. Prefiere ingleses, españoles o italianos. ¿Tú de dónde eres?” El joven mira las fotos con más curiosidad que interés. “Ella no tiene tiempo. Trabaja, trabaja, trabaja. ¿Qué pasará si se queda sin marido? Ya empieza a tener una edad…” Asegura que su hija está contenta de que la ayude con la ardua tarea de encontrar novio. Sin embargo, no sucede lo mismo en todos los casos: hay muchos padres que actúan sin que sus hijos lo sepan.
Dos chicas jóvenes, vestidas con traje de oficina, pasean frente a la larga fila de carteles. Es su hora del almuerzo. Trabajan cerca y han aprovechado para curiosear. “Es la primera vez que venimos”, afirma Miranda, de 25 años y natural de Shanghái. “Siempre había oído hablar de este lugar, pero nunca me había animado, hasta hoy. Me parece una manera sencilla y rápida de encontrar a alguien. Mi madre ya pensó en un candidato para mí, pero no me convence. Por eso he venido, para buscar a alguien yo misma”. Cuando le preguntamos qué tipo de hombre busca, duda. “Al principio sólo me importaba su belleza. Ahora soy más realista, quiero un marido trabajador, que gane el dinero suficiente para que podamos mantener a la familia”. En algunos carteles se publicitan claramente las propiedades de los casamenteros, sus ingresos mensuales y sus cargos profesionales. El tiempo apremia, van al grano.
Según un estudio de la Universidad de Kent, en el año 2020 habrá, aproximadamente, 24 millones de hombres chinos que no podrán encontrar mujer. Estos datos son la consecuencia de la política del hijo único en China, que provocó que en la década de los 80 nacieran más hombres que mujeres. Los efectos empiezan a vislumbrarse.
En el mercado hay curiosos, algún turista, pero sobre todo padres y madres que, libreta en mano, anotan los datos de los candidatos ideales y sus teléfonos, para arreglar un primer encuentro. Dedican sus fines de semana a hacer de celestinas, con el deseo de evitar la futura soledad de sus chicos. Una pareja nos cuenta que un amigo de un amigo conoció, de este modo, a la que ahora es su mujer. Se apresuran a decir que ellos se conocieron de otra manera. “A los ojos de un extranjero, puede parecer un mercado extraño. Sin embargo, es necesario. Los jóvenes de Shanghái nos pasamos el día trabajando. No nos queda tiempo para el amor. Este mercado es una gran idea, nos facilita la búsqueda”, cuentan. A su lado, un hombre mayor niega con la cabeza. Asegura que no entiende la razón de este mercado semanal. “Antes la gente se conocía en cualquier lugar, charlaba, tenía tiempo, quedaba para pasear… ¿Qué nos está pasando?”. Malhumorado, sigue su camino.
No existen estadísticas del éxito del mercado de casamenteros de Shanghái, pero a juzgar por el número de asiduos, la confianza es elevada. Quién sabe si, llegará el día en que la iniciativa se extienda a otras ciudades del mundo.